Las vemos en las calles en busca de clientes, las oímos mencionar continuamente en la prensa, son objeto de burla y de deseo a partes iguales y muchos son los que dicen que se trata del oficio más antiguo del mundo. Aunque hay quien no lo cree, algunas de ellas ejercen en las zonas más rurales del país, contentando a trabajadores del campo que buscan un momento de intimidad y desconexión.
Estas mujeres encuentran su pan de cada día gracias a algunos clientes que, lejos de sentirse contrariados, se apoyan en sitios webs de contactos como en Mileroticos para disfrutar de veladas increíbles. Es en estos portales donde estas chicas tienen la libertad que muchas veces se les censura, para mostrarse tal y cómo son.
Menospreciadas e idolatradas, las prostitutas forman parte de ese grupo de mujeres que, pese a estar siempre presentes, su sola existencia resulta incómoda para muchos, y más en zonas rurales en las que los pueblerinos no tienen la mente tan abierta. Pese a ello, estas mujeres no se diferencian ni un ápice de cualquier otra. Tienen su vida personal, un hogar, unos sueños y unas metas y desde luego, también se enamoran.
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La dificultad de las relaciones amorosas
Para una acompañante que se dedique a esta labor a tiempo completo, encontrar una persona afín, capaz de aceptarlo e incluso apreciarlo, es una tarea compleja. La cantidad de prejuicios que circundan en torno a las trabajadoras sexuales es de tal magnitud que las chicas de compañía optan por ocultar su profesión, incluso en su círculo más cercano.
Enfermedades venéreas, consumo de drogas, infidelidades… La sociedad no titubea ni un solo segundo en relacionar la vida de las escorts con los aspectos más desconcertantes que puede acontecerle a una persona. La realidad no es siempre tan cruel como se pueda uno imaginar.
Las mujeres que venden sus cuerpos como medio de vida, en muchas ocasiones están totalmente alejadas del consumo de drogas, utilizan métodos anticonceptivos y se hacen continuos controles.
Los celos, un problema del día a día
Gestionar los celos no es ni mucho menos un tema banal. Una trabajadora sexual que le confiesa a su pareja a qué se dedica, tiene un gran rechazo como primera respuesta.
¿Con cuántos hombres te has acostado? ¿lo has hecho con otros desde que empezamos a salir? ¿son mejores que yo? Las preguntas más habituales con las que se topan de frente las trabajadoras sexuales que deciden abrirse al amor, les dan poca oportunidad a la esperanza.
Sin embargo, cuando se encuentra el amor verdadero y se es sincera desde el primer momento, esta situación puede llegar a aceptarse. En estas circunstancias, ya no se consideraría adecuado hablar de infidelidad ya que se ha aclarado desde un principio, dando paso a una relación mucho más férrea y feliz.
Compaginar la vida amorosa con la laboral
Vivimos en una sociedad en la cual las prostitutas no son consideradas personas representativas, en la que son consideradas despojos sociales o el triste juguete de la trata de personas. Pero no siempre es así. Durante siglos nos han obligado a creer que una prostituta no puede ser la novia de nadie, no merece ni tan siquiera tener amistades y solo podemos mirarlas con ojos de pena o de desprecio, sin que exista un término medio.
Pese a todo, con el paso del tiempo cada vez más mujeres se las han ingeniado para ser una más, y comenzar una relación con alguien que las entiende, las acepta, conoce cuál es su situación y la respeta sin condiciones. En este tipo de casos el poliamor es para muchos la mejor solución.
Es comprensible puesto que, del mismo modo que ella por su profesión mantiene relaciones con otros hombres, su pareja también debe tener la libertad para tener más de una compañera sexual.
El poliamor es uno de los conceptos modernos que se están imponiendo en cada vez más parejas y que chocan frontalmente con aquellos que tienen una mentalidad más tradicional, sin embargo, en algunos contextos como el que nos atañe es quizás la única alternativa plausible.
Relaciones entre trabajadores sexuales
El triunfo de este tipo de noviazgos suele tener lugar, especialmente, cuando son dos trabajadores sexuales quienes han decidido adentrarse juntos en el terreno amoroso. Cuando ocurre de esta forma, los dos suelen llevar la relación con bastante madurez, pues, dada la idéntica situación en la que se encuentran, son capaces de comprenderse mutuamente.
Sabiendo todo esto es complicado entender cómo afrontan sus relaciones las chicas de compañía. No cabe duda de las dificultades que ellas sortean, y de la forma en la que ellas logran sobreponerse a estas adversidades. Al fin y al cabo, sea cual sea la profesión que se ejerza, todas las personas tienen derecho a enamorarse, incluso las prostitutas. Y es que al final siempre triunfa el amor.