Tener una granja o un terreno natural donde poder cuidar de algunos animales, disponer de un huerto y vivir de lo que se produce allí es uno de los sueños más habituales para muchas personas, especialmente las que viven en ciudades y quieren un cambio completo en su vida, algo más tranquilo, sin estar atados al ajetreo de la vida urbana. Sin embargo, esa imagen idílica del urbanita que se va al campo a criar animales y verduras luego no resulta tan sencilla de llevar a cabo, porque este tipo de vida también tiene sus ventajas e inconvenientes, como cualquier otra alternativa que escojamos. Si queremos criar animales, aunque sean pequeños, debemos tener en cuenta que sus vidas dependen de nosotros y que tenemos que saber cómo hacerles sentir a gusto. Las gallinas, por ejemplo, son uno de esos animales que hay que saber tratar para que estén cómodas y puedan darnos muchos huevos.
Si estás pensando en escoger unas cuantas gallinas y tenerlas en un gallinero para que puedan empezar a poner huevos y sacar algo de rédito con esos alimentos, o simplemente porque te gustan estos animales y quieres disfrutar de huevos frescos y recién sacados, seguramente te habrás planteado todo el trabajo que requiere cuidar de estos animales. Evidentemente, no es como tener ovejas o vacas, que son mucho más grandes y que hay que sacarlas a pastar todos los días. Con las gallinas todo parece mucho más sencillo, pero eso no quita para que también debamos tener muy presentes algunos conceptos que nos ayudarán en su cuidado. Las gallinas sanas y bien cuidadas son mucho más lustrosas, capaces de poner muchos más huevos, y de llevar una vida más plena, siempre que sepamos cómo facilitarles todo eso.
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Qué gallina escoger
Lo habitual es que el primer paso sea comprar las gallinas, aunque también podemos hacernos con ella sin pagar, consiguiendo que nos las regalen, o viendo su propio nacimiento y haciéndolas crecer en nuestro gallinero. Si las gallinas ya son adultas, nos fijaremos mucho en su estado de salud. En lo activas que están, en la fuerza que tienen, en la propia mirada, que debe ser viva e intensa. La postura también es un indicador muy evidente de salud. Si la gallina se mueve con dificultad o está torcida, seguramente tenga algún problema y tal vez no sea la mejor elección posible. Las gallinas también tienen distintas razas, y podremos escoger la que más nos guste, siempre que estén sanas. Eso sí, si buscamos algo específico, nos informaremos bien sobre el tipo de raza que más nos conviene.
El lugar adecuado para las gallinas
El siguiente paso, ahora que ya tenemos nuestras gallinas, es buscarles un buen hogar. Lo mejor es preparar una parte exterior con un gallinero, donde puedan moverse libremente en unos doce metros cuadrados, más o menos, y donde también tengan sus propias “casitas” de madera, para resguardarse del mal tiempo. Claro que también podremos meter a las gallinas en jaulas, como se hace en tatas y tantas granjas industriales, pero esto es mucho menos recomendable porque no es la situación ideal para ellas. El gallinero debe contar con materiales impermeables para que las gallinas no se mojen cuando se guarezcan en sus casas, y también de un suelo de paja y hojas donde se sientan cómodas tanto para caminar como para sentarse.
Evidentemente, el gallinero será más o menos grande dependiendo del número de animales que vayamos a meter allí. Debemos intentar que las gallinas estén cómodas, nunca apretadas, para que puedan tener mayor libertad de movimiento y así una mejor salud. Colocaremos perchas y ponederos en el gallinero, para que las propias gallinas sepan dónde tienen que acudir cuando van a poner. El gallinero, además, debe estar lo más limpio posible, para que los parásitos no puedan darse un festín con nuestros animales. Por supuesto, es una tarea compleja porque las propias gallinas suelen ensuciar bastante sus lugares de recreo, pero hay que estar preparados para dejarlos limpios como una patena, ya que la suciedad atraería no solo parásitos, sino también enfermedades.
Alimentación y cuidado de gallinas
El gallinero ya está listo y nuestros animales están habituándose a vivir en él, disfrutando de todo el espacio que tienen y de una vida plácida, ya que nosotros nos encargamos de que estén a gusto. El cuidado de las gallinas comienza por la alimentación. Hay que darles de comer todos los días, normalmente pienso, aunque también podemos utilizar restos de verdura y fruta, que también contribuyen mucho a que la alimentación de las gallinas sea más completa. Los propios animales se tragan incluso pequeñas piedras y guijarros para obtener el calcio necesario para desarrollar las cáscaras de sus huevos, así que hay que intentar que no les falte absolutamente nada de eso.
El cuidado de la gallina debe ser individual, y lavarlas cada cierto tiempo, simplemente con un poco de agua, para que no cojan suciedad. Si mantenemos el gallinero limpio, esto será mucho más sencillo. Debemos estar atentos a su estado de salud y, si detectamos el más mínimo cambio para mal, llamar a un veterinario que nos aconseje lo que hacer. Son animales sociales, así que intentaremos mantener al menos dos o tres gallinas en el mismo espacio, para que puedan interactuar entre ellas. Y por supuesto, también colocaremos un gran bebedero con agua fresca y limpia para que las gallinas siempre tengan a su disposición este líquido cada vez que necesiten calmar su sed.
Los huevos de gallina
Los huevos de la gallina son uno de los alimentos más habituales en la dieta del ser humano, y podremos utilizar a nuestras gallinas para disfrutar de huevos frescos y perfectos. Si los queremos para consumo alimenticio simplemente debemos dejar que las gallinas campen a sus anchas, y que vivan lo más sanas y tranquilas posibles. Si lo que buscamos es tener más pollitos, para venderlos o simplemente para agrandar la familia, necesitamos tener a un gallo en el gallinero para que fecunde a nuestras gallinas y permita que esos huevos sean criados por ellas para que nazcan los polluelos. Dependerá de nosotros el hacer una cosa u otra, aunque es cierto que si optamos por esta última opción debemos tener en cuenta que pasaremos a cuidar no solo del gallo, otro animal adulto más, sino de muchos polluelos cuando nazcan, así que hay que pensarlo bien.